
EN LA MAÑANA
te sientas en una terraza
pides el desayuno
lees la prensa
esperas que cada ser
permanezca estable
en su sede
bajo el mismo cielo
que en la víspera
pero el mundo se alborota
al vuelo callado de las páginas
los mares se empellejan
ahogando las espumas
la tierra se licúa
y vierte sus humores
ruedan ojos brazos y piernas
pendiente abajo
tan cerca de casa
los hijos de los hijos de mis hijos
aún no existen
y ya son cuerpos del asombro
su café señor
todas la mañanas
el mismo vórtice humeante
bajo la misma cucharilla